Relacionado con el enlace de la estupenda web La Historia de la Semana (que lleva a cabo José Mari Sierra y que recomiendo a quien no la conozca… y a quien sí la conozca también 🙂 http://lahistoriadelasemana.blogspot.com/2010/10/el-nivel.html, acerca de la perfección versus el perfeccionismo, me vienen inevitablemente a la mente los campamentos vividos, en especial los de Quintanabaldo y los de Alemania.
Me gustaría dedicar también este artículo, antes de entrar en materia, a la memoria de Teodora, una entrañable anciana de origen argentino, de la que recientemente he sabido de su fallecimiento a los casi 100 años en la residencia de la Hermanitas de los Pobres de Palma. Con ella tuve la suerte de dialogar en unas pocas ocasiones en los últimos meses, y me quedó grabada su fuerza y expresividad al contarme su pasado como bailarina, nadadora, … y cómo, relacionado con el tema de este artículo, al hacer una actuación colectiva de ballet tenían como lema «o hacerlo bien, o nada«.
Pues bien, recuerdo algunas conversaciones con Theo, previas a nuestra participación en los campamentos de Alemania, contándome con toda naturalidad cómo era la organización (que yo juzgaba a todas luces precaria) de unos campamentos que daban sus primeros pasos… Claro, en aquel momento los campamentos de Quintanabaldo ya disponían de una tradición de unos veinte años, y una manera de funcionar que se había ido perfeccionando en todo ese tiempo en cuanto a objetivos, pedagogía idente aplicada, infraestructura, formación de profesores, …
Después del regreso de mi primer campamento en Alemania, comprendí que esos campamentos (que seguían en fase de consolidación) no sólo no eran un suicidio, sino que habría sido realmente algo imperdonable haber privado a los que participaron de una experiencia humana y convivencial semejante (en aras de un perfeccionamiento al que desde luego, como identes, no hay que renunciar en absoluto). Me preguntaba: ¿cuántos niños, profesores, colaboradores, padres… habrían dejado de beneficiarse de algo así de valioso? Y claro, eso no está reñido con aspirar siempre al ideal, a ser + y a caminar perfeccionando lo posible, como identes que somos…
Por cierto, la foto es de QN’04, en una reunión en la pedrera, con Theo y Anita a mi derecha, dos de los principales artífices de los campamentos de Zinnowitz, que también en Quintanabaldo nos dieron una lección de generosidad extraordinaria en todo momento y en todos los campamentos que participaron. Todavía me sorprendo de lo sonrientes que salimos siempre los profes en las fotos de este campamento QN’04, con la de cansancio y situaciones complicadas que tuvimos que superar…